Mucha madera y aún más madera, ahí está la verdadera clave para contener la imagen fría que puede llegar a asociarse a los interiores minimalistas, especialmente aquellos depurados a su mínima expresión. Así lo han hecho desde el estudio de diseño Loft Kolasinki en el proceso de rehabilitación de esta vivienda construida en 1920 en la que ahora, las paredes blancas junto a los muebles de madera se convierten en una de las características más definitorias del dormitorio. Creado bajo un planteamiento monocromático que equilibra elementos más suaves con el uso del negro para pequeños accesorios, la suya ha sido una apuesta por líneas limpias y formas sofisticadas junto a complementos de estilo industrial adquiridos en subastas locales y almacenes de mobiliario vintage.