En un suponer, nos imaginamos a una apenada Marie Antoinette viviendo aún en nuestros días, sola, oculta y alejada de cualquier lujo conocido en el pasado en el fastuoso Versailles. Mantiene vivo su pasado a través de sus viejos y desvaídos muebles mientras relee las obras de Rousseau y Montesquieu aún sin llegar a comprender que pudo ir mal, libros que ha teñido de rosa para poder sobrellevar mejor.
