Siete metros de altura, dos niveles principales conectados por dos escaleras en espiral de apariencia escultórica, tres pequeños altillos en madera y todo ello suspendido del techo mediante finas varillas de acero blancas, un proyecto realizado por el arquitecto japonés Jun Igarashi que no deja indiferente.
Esta es sin duda, una vivienda sorprendente en su arquitectura, donde los espacios abiertos toman un significado distinto al encontrarse desarrollados bajo un plano vertical, permitiendo el acceso de luminosidad desde el exterior por cada una de sus ventanas sin ninguna pared que interrumpa su recorrido, filtros de luz que al encontrar un blanco impoluto en las paredes incrementan toda sensación de amplitud. El suelo se convierte en el único elemento introductor de madera, contando con los propios altillos, cuya estructura es perceptible desde todos los ángulos, encontrando en la larga estantería una elevación visual entre techo y suelo.
Cada vez me gustan más las viviendas que se reducen a madera y blanco. El juego de escaleras parece la perdición de los niños!. Me chifla lo que aportan los tensores a la imagen global de la vivienda.
Este tipo de casas y la filosofía con la que son proyectadas me tiene completamente cautivada. Pura maravilla.
¡Una casa increíble! aunque parece que da un poco de cosica ver niños tan pequeños a tanta altura… por lo demás, simplemente perfecta! ;-D
Besitos
Laura
La casa es espectacular..pero dime que la niña está solo de visita….!! jajaja peligrosa esa escalera…!
bss
Siete metros! Qué barbaridad ;)
Qué exquisitez de espacio y de luz! Y qué ligereza… Aunque yo no podría vivir ahí, porque tengo mucho vértigo y esas escaleras me dan escalofríos con solo mirarlas…
interesante concepto y un diseño dinámico que hace recorrer con la vista las escaleras como si se tratara de una montaña rusa, un estilo desenfadado… pero totalmente incompatible con niños, en la foto donde sale una niña en la escalera puede notarse lo desprovisto que esta en materia de seguridad.